miércoles, 11 de noviembre de 2009

Para todos lo que creen que el rugby es violento lean:
















El rugby como deporte violento. La palabra "violento" me suena demasiado dura para encasillar a esta disciplina de caballeros, de terceros tiempos con amigos. De hamburguesas y coca para los pibes y de cerveza y pata de ternera para los grandes.



Porque rugby es amistad. ¿En qué deporte los rivales se reúnen a compartir algo así? ¿Acaso lo vieron a Emanuel Ginóbili y a Kobe Bryant juntarse a cenar con sus familias después de las finales del Oeste en la NBA? Tampoco supimos de un after hour entre Juan Martín Del Potro y Jürgen Mezler en algún bar austríaco luego de que el tandilense lo bailara en Kitzbühel.



Sí, el rugby es un juego rudo para los que van al frente, los del pack de forwards, la fuerza de choque que combate en el frente del campo de juego por la obtención de la guinda. Pero son los grandotes. Los restantes siete no se meten ahí porque ese no es su ámbito. De lo contrario, no hubiera podido hacer carrera un tal Agustín Pichot. O cualquier persona que mida 1m65 y pese 60 kilos. A estos se los podrá ver corriendo como balas o metiendo un pase fulminante.

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