Los unicornios le temen a sus formas. A pesar de ser hermosos no pueden verse al espejo. Se ven más feos y siempre se encuentran algún defecto. Aunque le temen al espejo, no pueden parar de mirarse. Siempre que se miran a sí mismos su aspecto cambia. En realidad, su figura sigue siendo la misma pero se ven como lo imaginan en su mente. Siempre están mirando el lado malo de los otros unicornios y cuando se ven a sí mismos se deprimen.
Un unicornio se dio cuenta de que el espejo solo muestra una parte de lo que somos pero lo más importante siempre está en el fondo. Como los tesoros se esconden en lo más profundo de las cuevas, el tesoro de los unicornios se esconde en el alma, dónde uno no se para a mirar. Así fue que dejaron de sentirse mal frente a lo que son porque se imaginaban por dentro y entonces se veían como eran realmente. El espejo se convirtió en algo sagrado para los unicornios porque les mostraba lo que eran, por dentro y nos solo por fuera.
Dibujo Julieta
Carbonell
4to.Medios A
Nicole Dubkin
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